Cuando uno lleva años dedicado al servicio público y tiene verdadera vocación municipalista, siempre encuentra nuevos retos que afrontar. Las necesidades son muchas, la sociedad se transforma a un ritmo vertiginoso y crea, casi a diario, nuevas exigencias para luchar por la igualdad.

Este último reto del que he sido partícipe ha sido especial. Era algo muy íntimo, mucho más profundo que de costumbre: un auténtico y maravilloso reencuentro con las raíces, con la memoria y con los vecinos de Bogarra, mi pueblo, con los que están y con los que se fueron.

La idea de rescatar en una publicación las fotografías que se hallaban esparcidas por las casas de los bogarreños no fue mía. Antes que yo, la tuvieron los patiniegos, y antes que ellos los albaceteños, los primeros en impulsar un álbum familiar contra el olvido, y todo ello con el aval y la solvencia del Instituto de Estudios Albacetenses, un organismo al que siempre deberemos su inestimable colaboración por preservar la cultura y el patrimonio de nuestra provincia. Ojalá surjan muchos más álbumes como éste de cada uno de sus rincones.

Y junto al álbum, recuperamos una serie de actas municipales, mapas y documentos que han permanecido indelebles esperando que alguien los rescatara: desde las guerras carlistas a los primeros mapas de Bogarra y sus pedanías; desde los antiguos oficios a las medidas que se tomaron contra la peste. Y todo ello pasando por las fiestas, con ventas de toros incluidas.

Animo a otros pueblos a embarcarse en esta misma aventura porque gracias a ella me he acercado a mis vecinos a los que miro a los ojos y con los que me identifico. Juntos hemos buscado a través de las imágenes y de los documentos que se conservaban en los archivos municipales el reflejo de las últimas décadas de nuestro pueblo, de nuestras familias… de todo lo que ha cambiado y hemos cambiado… y de todo aquello que permanece inamovible en el reducido espacio de Bogarra, que para nosotros es inmenso.

Un homenaje colectivo, con cierto aire de nostalgia, pero sobre todo con mucha esperanza, la esperanza que da que los jóvenes reconozcan y se reconozcan con sus antepasados, la esperanza que da que familias enteras disfruten de estos recuerdos. Este libro es suyo porque en él aparecen los suyos.

Un pequeño legado que deja el Instituto de Estudios Albacetenses, la Diputación Provincial como institución, el Ayuntamiento de Bogarra y yo a título individual, con mucha humildad y agradecimiento a todos los que lo han hecho posible.

Agustín Moreno Campayo.